El agapornis 1

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El agapornis 1

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Agapornis

El agapornis, una especie de pájaro exótico a los que también se les conoce como los pájaros del amor, ya que son inseparables, intentaremos introduciros un poco como criar esta especie de pájaro, sus distintas variedades y una serie de consejos que nos ayudarán a que nuestros agapornis estén lo más cómodo posible en nuestros hogares.

Pájaro de compañía

Existen algunas cosas de las que debemos tomar consciencia para mantener a nuestro pájaro sano, feliz y contento.
Lo primero a considerar es el punto en que deberemos colocar la jaula de nuestro amigo. Es una buena idea el que esté en un lugar desde el que pueda observar el movimiento cotidiano del hogar. También, es preciso que reciba luz natural, pero no directamente frente a una puerta o una ventana.
Deberemos asimismo extremar el cuidado para que no quede expuesta a la acción de corrientes de aire ya que ello puede ser causa de que nuestro pájaro enferme, provocándole resfriados y asma. No dejemos la jaula a pleno sol durante todo el día ni tampoco conviene que la instalemos en la cocina. Los humos constantes no son saludables y además es un lugar peligroso.

Si nuestro agapornis se encuentra fuera de la jaula, asegurémonos de que no hay otros animales domésticos por los alrededores. El primer impulso de cualquier perro o gato será el de perseguirlo y tratar de capturarlo.A los agapornis les gusta irse a dormir tan pronto como se ha puesto el sol y levantarse en cuanto amanece.

Los pájaros de compañía instalados en el interior de una vivienda no son tan resistentes como los que están alojados en una pajarera.

No olvidemos dotar la jaula con los elementos esenciales, tales como recipientes para la comida y el agua, unas perchas apropiadas de diferentes diámetros ya sea bajo forma de ramas naturales de árbol como por ejemplo de sauce o bien cilindros torneados, un columpio y algunos juguetes.


Adoptemos precauciones respecto a las plantas de interior con las que nuestro amigo pueda entrar en contacto, pues la mayoría de ellas son tóxicas.

Si reciben los cuidados apropiados, nuestros pájaros permanecerán sanos y se mostrarán contentos.

Una vez en casa, dejemos que el pájaro se habitúe a su nuevo entorno manteniéndolo dentro de la jaula durante una o dos semanas por lo menos hasta que coma bien y no dé muestras de nerviosismo o estrés. Por la noche debemos cubrir la jaula para proporcionarle un espacio de tiempo tranquilo durante el cual pueda descansar sin ser molestado.

Si se encuentra fuera de la jaula, las ventanas deben permanecer cerradas y preferiblemente cubiertas con cortinas o persianas para evitar que en su vuelo choque contra los cristales y se lastime.


No constituye una buena idea sacar a nuestro agapornis al aire libre si no es dentro de la jaula. Incluso con las alas recortadas, cabe que sople un viento favorable y lo lleve bastante lejos como para caer en plena calle o en el jardín del vecino donde puede haber un perro o un gato en libertad.

Cabe que deseemos sacar a nuestro pájaro al aire libre en primavera y verano para que tome el fresco o el sol. Si así lo decidimos, coloquemos la jaula en un lugar seguro en el que pueda ponerse a la sombra si el sol es demasiado fuerte.
Estos pájaros no son habladores, pero si disponemos del tiempo y la paciencia necesarios podemos adiestrarlos para que ejecuten diversos juegos.
Asegurémonos de no dejar al pájaro fuera sin vigilar. Se trata de un ser dotado de gran curiosidad que indudablemente lo investigará todo. Le gusta roer y por ello deberemos procurar que no entre en contacto con nuestros muebles o cualquier otro objeto de madera y tampoco se aproxime a ningún cable eléctrico.

El ejercicio es muy importante. Nuestro agapornis habrá de disponer de tiempo libre fuera de la jaula. Podemos adquirir diferentes multijuegos para estimular su actividad.


Domesticación y adiestramiento

Las alas deben ser recortadas para llevar a cabo el proceso de domesticación. Ello hará las cosas más fáciles tanto para nosotros como para nuestro pájaro.

Si queremos un inseparable muy dócil y afectuoso, lo mejor es adquirir un ejemplar joven criado manualmente. Un agapornis de más edad será mucho más difícil de adiestrar.

Unas cuantas cosas que necesitaremos para comenzar, son una percha de madera de unos 30 cm., una habitación tranquila en la que no haya elementos de distracción y un par de guantes. Es mejor, sin embargo, prescindir de éstos, ya que con frecuencia asustan al pájaro. De todos modos, los mordiscos de los agapornis pueden resultar desagradables.

Por tanto, si decidimos usar guantes, asegurémonos de que se ajustan cómodamente, son suaves al tacto y de tonalidades clara o color carne. El punto para llevar a cabo el adiestramiento debe ser una habitacion que esté lo más vacía posible, con muy escaso o ningún mobiliario. Esto hará que sea más fácil recobrar al agapornis si resulta necesario. Digamos que todos los espejos y las ventanas deberán cubrirse y las ventanas cerrarse.

Es importante, antes de iniciar la domesticación, que el pájaro haya tenido tiempo de adaptarse a su nuevo entorno. Démosle una o dos semanas para tal fin.
Manteniendo sesiones de domesticación diarias, no transcurrirá mucho tiempo antes de que el pájaro permita que lo acariciemos e incluso que le enseñemos algunos juegos.

Si se utiliza un espacio reducido, el pájaro no podrá alejarse mucho de nosotros en el caso de que huya. De hecho, pronto se acostumbrará a tenernos muy próximos. A continuación tomaremos la percha en nuestras manos y la colocaremos frente al pájaro apoyándola ligeramente en su pecho para incitarlo a que se suba en ella.
Probablemente intentará huir volando pero si se le ha recortado las alas, no podrá ir muy lejos. Evitemos perseguirlo con la percha en la mano ya que puede asustarse y lesionarse. Esperemos hasta que se haya tranquilizado y repitamos de nuevo el proceso.
Solamente deberemos seguir con esta labor durante unos quince minutos y tomarnos después un descanso; con ello nos resituaremos de nuevo. Podemos llevar a cabo unas cuantas sesiones al día pero al principio no conviene que excedamos una hora entre todas.


Recordemos que no debemos sentirnos frustados, que debemos mantener la calma y que es preciso que utilicemos un tono suave y tranquilizador al hablar con nuestro nuevo compañero.

Cuando el pájaro se encuentre posado sobre la percha, levantemos lentamente la mano hasta llegar a la altura de su pecho y presionémoslo ligeramente de modo que se vea obligado a subir a nuestra mano.

Tan pronto como nuestro pájaro haya decidido posarse voluntariamente sobre nuestra mano, habremos ganado su confianza y con ello los ulteriores procesos de domesticación resultarán más fáciles.

Con tiempo y paciencia nuestro agapornis gozará posándose sobre nuestra mano o en nuestro hombro. Esto le concede más libertad. Ahora ya podemos sacarlo de la jaula para que juegue un poco con nosotros o para hacernos compañía mientras deambulamos por la casa.

Permita que el inseparable aún no domesticado se acostumbre a su nueva casa al menos durante unas veinticuatro horas, de modo que pueda estar seguro de que se está alimentando normalmente. Cada vez que se aproxime a la jaula, háblele en voz baja y tranquila para que se dé cuenta de que no está usted pensando en atacarlo por sorpresa.
Al principio el pájaro puede chillar o retirarse hacia la parte posterior de la jaula, pero sus gritos se irán haciendo cada vez menos convincentes a medida que se dé cuenta de que no intenta hacerle daño alguno.

Cuando el agapornis ya esté comiendo normalmente, necesita usted avanzar y comenzar a domesticarlo. No deje de darle lecciones durante períodos prolongados de semanas o meses. Los inseparables crecen rápidamente, y basan su comportamiento en su adiestramiento inicial. Si no comienza a domesticarlos a una edad temprana, puede que le resulte mucho más difícil hacerlo después.

Para las primeras lecciones, escoja una zona pequeña y que sea segura para el pájaro. Una bañera que pueda cerrarse del resto de la habitación es una elección adecuada. No obstante, por si el pájaro consiguiera escapar, cierre la tapa del WC, cubra el espejo, y guarde todos los artículos frágiles o venenosos. Entonces lleve a la zona de adiestramiento un palo, algunas golosinas y la jaula. Cierre la zona de adiestramiento y ya estará listo para comenzar.


Empiece abriendo la puerta de la jaula del agapornis, mientras le habla constantemente en voz baja. Dígale que es un pajarillo precioso y lo mucho que le gustaría ser su amigo. Una vez que la puerta está abierta siéntese un momento y continúe hablándole. Deje que el inseparable se haga cargo de la situación. Si tiene suerte, puede que decida salir de la jaula por su propia iniciativa después de algunos minutos -una indicación de que del pájaro será fácil de domesticar-.
Si ya es más tímido, puede que tenga que ayudarlo a salir insertando el palo dentro de la jaula y sujetándolo a la altura del pecho del ave. Cuando suba al palo -y los loros rara vez pueden resistir subirse- comience a sacar el palo lentamente de la jaula. Durante todo el tiempo que esté usted trabajando, continúe hablándole en voz baja y tranquila.

Una vez que el inseparable esté sobre la jaula o en su palo, puede enseñarle a aceptar golosinas de su mano. Ofrézcale algo especial, como por ejemplo un cacahuete pelado o media uva. Al principio es posible que el pájaro tenga temor de acercarse demasiado a su mano. Tenga paciencia. Continúe hablándolo. Cuando acepte la golosina, alábelo con entusiasmo de modo que aprenda a relacionar las golosinas con su voz.

La siguiente lección implica enseñarle al agapornis a subirse a su mano o a su dedo. Algunos adiestradores recomiendan usar guantes porque existe una posibilidad de que el pájaro asustado pueda morder. Sin embargo, otros hacen notar que el uso de los guantes sólo demora lo inevitable ya que tarde o temprano querrá enseñar al pájaro a subirse a su mano desnuda.
A diferencia de los grandes loros, la mayoría de los agapornis probablemente no han tenido ninguna experiencia atemorizadora con los guantes, de modo que este paso no dañará activamente la relación que se irá desarrollando con su pajarillo. Sin embargo, se trata de un paso adicional que no tiene usted que tomar necesariamente a menos que se asienta usted realmente nervioso. Tal vez convenga recordar que aunque el picotazo de un agapornis puede ser doloroso, realmente no puede hacerle ningún daño.

Con o sin guantes, debería mover su mano hacia el pecho del inseparable, muy lentamente, hablándole todo el tiempo para que se dé cuenta de que no está tratando de cogerlo por sorpresa. Cuando se decida a subir, probablemente bajará el pico para equilibrarse sobre su nueva percha. Esta acción de equilibrarse con ayuda del pico no le hará a usted ningún daño, de modo que evite quitar la mano bruscamente, lo cual podría frustar a su pajarillo. Deje que él se dé cuenta de que usted representa un lugar seguro y cómodo para posarse.

Si el pájaro le da un picotazo, simplemente dígale "no" en voz alta, y continúe la lección. Nunca golpee ni castigue a un pájaro. El castigo no le enseñará nada, excepto a tenerle miedo -y esto es lo último que debería desear-.

Una vez que el pájaro se haya posado sobre su dedo, puede ofrecerle otra golosina, alabarlo con entusiasmo y dejarlo comer de su mano mientras oye sus palabras que expresan orgullo. Cuando haya terminado de comer, controle su reloj para comprobar que la sesión no se ha prolongado demasiado. Ni siquiera un pájaro joven y sano debería trabajar durante más de veinte o treinta minutos. Suavemente, vuelva a poner el pájaro en su jaula y prepárese para continuar el adiestramiento cuando haya transcurrido no menos de una hora ni más de un día.

La próxima vez, puede ayudar a su inseparable a aprender a pasar de una mano a la otra. Alábelo cada vez que responda con rapidez. No sea tímido para demostrar su entusiasmo. No puede darle una golosina cada vez que haga lo correcto, porque pronto estaría a punto de reventar, pero ciertamente siempre podrá abrumarlo con palabras cariñosas.
Despues de cierto tiempo, el pájaro habrá adquirido confianza suficiente como para encaramarse a sus hombros o a su cabeza. Por favor, evite que adquiera la costumbre de usar su cabeza como percha. Un "no" en voz alta al tiempo que lo hace descender a los hombros debieran ser suficientes.


Cuando el agapornis confíe en usted y pida activamente dejar su jaula para subir a sus hombros, estará domesticado. Sin embargo, puede facilitar a ambos si insiste en dar un paso más -enseñar al pájaro a aceptar su mano alrededor de su cuerpo o sobre su cabeza-. Tendrá que trabajar lenta y cuidadosamente cuando comience a rascar la cabeza de su inseparable.
Mueva la mano muy gradualmente para rascarle las orejas. Después de unas cuantas sesiones, el pájaro se dará cuenta de que le encanta que lo rasquen y puede que ponga la cabeza en sus manos para conseguir ser acariciado. Estupendo.
Después de un tiempo, podrá usted poner su mano sobre la cabeza del pájaro e incluso sobre su lomo, y acariciarlo suavemente.
Aunque es posible que el pájaro no llegue nunca a estar por completo encantado de que ponga usted su mano sobre su cuerpo, se alegrará usted de haberle enseñado a tolerar esta manipulación cada vez que tenga que cortarle las uñas o sujetarlo para que lo examine el veterinario.

Cuando el inseparable esté domesticado y confíe en su bondad, es posible que a veces parezca aprovecharse de usted. Por lo general los dueños de loros tienen que enfrentarse a dos problemas fundamentales -los chillidos y los picotazos-.
Si su inseparable chilla para saludarlo cuando llega usted a casa, no debiera usted preocuparse demasiado. Simplemente está diciéndole hola. Sin embargo, si chilla constantemente para llamar la atención, algo falla. ¿Está usted dedicándole suficiente tiempo? Quince o veinte minutos pueden satisfacer a un independiente loro amazónico, pero un inseparable necesita más afecto que eso. Construya un corral para juegos, de modo que pueda llevarlo con usted de una parte a otra de la casa mientras lleva usted a cabo sus tareas.
Póngale un platillo de su propiedad para que pueda compartir sus comidas. Déjelo que se acerque a usted mientras ve la televisión. Pronto verá que es más fácil de lo que pudiera parecer dar a su inseparable el tiempo de atención que necesita.

Naturalmente, si hace usted todo eso y el pájaro sigue quejándose, puede que el inseparable esté intentando hacer que se sienta usted culpable de modo que él pueda dirigir la casa. En este caso, póngalo en su jaula y cúbrala cuando chille. Además de hacerlo callar de inmediato -pocos pájaros se atreven a chillar en la oscuridad- este tratamiento le enseñará que chillar no es la mejor manera de llamar la atención.
Los inseparables jóvenes, especialmente los de cara de melocotón, pasan por una fase de desarrollo durante la cual parecen picotear o mordisquear todo lo que se pone a su alcance. Es necesario decirles "no" con voz alta y firme cada vez que picoteen algo que no debieran, y después dirigirlos hacia algo en lo que sí puedan ejercitar sus picos. Eventualmente, la costumbre debiera desaparecer.

Cuando su inseparable esté domesticado, puede que quiera enseñarle algunas habilidades. Magnífico. Estos inteligentes pajarillos agradecen frecuentemente la oportunidad de aprender nuevos modos de atraer la atención de los seres humanos. Aunque es raro en estos loros relativamente no vocales, algunos agapornis pueden incluso a aprender a hablar.

Al trabajar con inseparables adultos no domesticados, o incluso con algunos ya domesticados, los adiestradores profesionales suelen emplear una recompensa alimenticia para enseñarles trucos. Aunque la técnica funciona muy bien, requiere tiempo y paciencia. El cada paso debe usted ofrecer al inseparable una golosina, por lo cual al poco rato se sentirá repleto.

Las lecciones no pueden avanzar demasiado en cada sesión, de modo que enseñarle un truco puede necesitar mucho tiempo.
Sin embargo, cuando haya usted establecido una buena relación con su inseparable, podrá premiarlo con algo que nunca lo saciará -cariño y atención-. Puede rascarle la cabeza, alabarlol, y en general esto le encantará.
De hecho, los pájaros adiestrados con el cariño como premio tienen las mayores posibilidades de convertirse en "estrellas" ansiosas de mostrar sus habilidades ante los seres humanos.

Además de proporcionar a su inseparable otro modo de conseguir su atención, el adiestramiento estimula a los pájaros para que hagan ejercicio. Recuerde que un agapornis silvestre puede volar muchas millas en busca de alimento. Un poco de adiestramiento para hacer algunos trucos puede incentivar a su sedentario pajarillo para que realice un saludable ejercicio para su corazón y sus músculos.

Resulta más fácil enseñar trucos que se basen en los comportamientos naturales de los agapornis. Por ejemplo, puede usted enseñar fácilmente a su pájaro a jugar a "tirar de la cuerda" con un trozo de carón o ua dedenita. Es divertido tirar suavemente y sentir que su pajarillo responde con sorprendente energía. Otros trucos fáciles aprovechan la curiosidad de su inseparable por los juguetes.
Enséñele a trepar por una escalera o a tocar una campana a su orden instalando el correspondiente juguete en su corral de juegos, y pidiéndole "Sube la escalera" o "Toca la campana". Cuando lo haga, alábelo con profusión. Con el tiempo, asociará la orden con la actividad que tiene que hacer para conseguir que lo alaben. Llegado ese momento, su pájaro obedecerá sus órdenes.

En las tiendas de animales y en las revistas de pájaros puede encontrarse una gran variedad de juguetes y dispositivos para entrenar a su pájaro, de modo que llegue a hacer incluso los trucos más difíciles. ¿Le gustaría enseñar a su inseparable a montar en moto o a meter una moneda en una hucha? Los artículos necesarios existen.

Nunca olvide que adiestrar a su pájaro debiera ser una diversión, no una lucha. El período durante el cual un inseparable puede estar atento es corto, y no debiera pedírsele que se mantuviera trabajando en un truco por más de diez o veinte minutos, en cada sesión. Sea paciente, amable, y pródigo en alabanzas, y trate siempre de terminar cada sesión con una nota positiva. Si el pájaro ha aprendido algo nuevo dentro de los cinco primeros minutos de la sesión, estupendo. Alábelo y dele una golosina antes de continuar. No hay premios para "el pájaro adiestrado rápidamente".


Ahora le indicará cómo puede usted enseñar a su inseparable a hablar, para provecho de quienes tengan mucha paciencia. No obstante, no deje que su cariño por el ave dependa enteramente de su habilidad para hablar. Los agapornis son inteligentes, pero no están bien dotados para vocalizar. Si realmente quiere usted tener un ave parlante, le conviene comprar un periquito o uno de los loros amazónicos. Sus mejores posibilidades de tener un inseparable que hable consisten en comprar un pájaro joven alimentado a mano, que ya haya conseguido decir algunas palabras oídas a su criador -si puede convencer a éste de separarse de un pájaro tan espléndido-.

No pierda tiempo tratando de enseñar a un agapornis adulto. Cuanto más joven sea el pájaro al comenzar el adiestramiento, tantas más posibilidades tendrá de enseñarle algunas palabras. También tendrá más posibilidades de enseñarle a hablar si trabaja usted en casa, donde pueda exponerlo a su charla a todas horas.

Las lecciones formales deberían durar unos cinco minutos y tener lugar al menos una vez al día, aunque es preferible tener varias sesiones cada día. Haga que el inseparable se pose en su dedo, sosténgalo de modo que ambos puedan mirarse a los ojos, y repita la frase que quisiera enseñarle. Comience con algo corto pero fácil, como "pajarito bonito". Repita la frase una y otra vez en voz clara y firme, pero alegre.

Conviene complementar las sesiones personales con una cassette sin fin que produzca la frase a enseñar. De este modo, el inseparable podrá practicar mientras usted esté ausente, y así no se volverá usted loco antes de que él haya aprendido su primera palabra. Sin embargo, no conviene dejar que la cassette reproduzca la frase durante ocho horas seguidas, porque el pájaro simplemente aprenderá a entonar la frase. Haga funcionar la cassette durante unos veinte minutos o una hora cuando usted tenga otras cosas que hacer.


Cría Práctica

Los inseparables tienen un instinto reproductivo muy fuerte.

Cuando estos estén preparados para la cría, hay que cambiar las dietas de los inseparables, es necesario una fuente de calcio fresca y limpia, una buena fuente de proteínas al menos en días alternos y una cantidad suficiente de vitaminas A, D y E en la dieta.

La mayoría de los loros no se afanan demasiado con sus nidos. Pero no sucede así con los agapornis. Rechazan la simple idea de anidar sobre el suelo desnudo de una caja de nidificación para periquitos. Así, ellos construirán un cálido nido propio dentro de la caja. Puede ofrecer a sus inseparables un surtido de materiales limpios para anidar: hojas y ramitasa de sauce, hojas de palmera, plumón de pato o de ganso, debidamente esterilizado, pelo de cabra esterilizado, incluso el "material de nidificación" que se ofrece en las tiendas de animales.

Probablemente el macho se dedique a desmenuzar el material e incluso puede que quiera ayudar a construir el nido, pero la hembra, de constitución más fuerte, hará realmente casi todo el trabajo. La hembra del inseparable cara de melocotón acumulará el material de nidificación entre las plumas de su rabadilla antes de llevarlo al nido, dejando a menudo que el material sobresalga de su cuerpo como si fuera la cola de un cometa.


Una hembra suele poner de tres a cinco huevos. Generalmente los incubará ella misma, aunque su macho puede empollar con ella. Los polluelos comenzarán a salir del cascarón al cabo de veintidos a veinticinco días. Si sus inseparables son tranquilos, puede usted establecer la costumbre de abrir la caja de nidificación a diario para controlar el proceso de los huevos y de los polluelos. Intente realizar esta inspección más o menos a la misma hora cada día, preferentemente cuando los adultos estén fuera del nido.

Si sus agapornis son nerviosos, probablemente, sea mejor olvidarse de las inspecciones. Los polluelos deberían empezar a alejarse del nido unos cuarenta días después de romper el cascarón, día más día menos.

Si descubre una hembra con la cloaca hinchada que se posa sobre el suelo de la jaula o que evidentemente está esforzándose por poner el huevo, es que se trata de una hembra con bloqueo ovular. Debe actuar de inmediato, porque la vida de la hembra está en peligro. Si ella ya está en una jaula pequeña, instale una lámpara en un extremo para darle calor y fíjese si el calor adicional le produce el relajamiento suficiente para que ponga el huevo. Si no lo expulsa al cabo de dos o tres horas, deberá tomar medidas más drásticas.

Antes de cogerla, haga hervir agua en un recipiente y apague el fuego de la cocina. Tome a la hembra bloqueada, envuélvala en una toalla seca y sujétela sobre el vapor caliente (¡asegúrese de que el agua se ha enfriado lo suficiente como para no escaldar!). También puede poner un poco de vaselina o aceite de cocina en la cloaca de la hembra para facilitar el paso del huevo.

El bloqueo ovular es una verdadera emergencia, porque si la hembra no consigue hacer pasar el huevo al cabo de un período razonable, o si el huevo se rompe dentro del oviducto, el animal morirá. A menos que esté usted bajo la supervisión de un veterinario o de otro experto, no masajee jamás el vientre de una hembra con bloqueo ovular intentando hacer pasar el huevo; lo más probable es que sus manos inexpertas simplemente rompan el huevo dentro de ella.


Puesto que el bloqueo ovular suele ser causado por una deficiencia nutricional, desde el principio debe reforzar la dieta de todos sus inseparables aptos para criar mezclando vitaminas A y D con las semillas y escudos de sepia para todos los pájaros. A veces la hembra sufre un bloqueo ovular porque es demasiado joven para criar, y en consecuencia su cuerpo no ha tenido tiempo de acumular los nutrientes necesarios para esa tarea.

Si todo va bien, puede esperar que de un 75 a un 80% de los huevos fértiles se incubarán. Si su tasa de incubación es menor, revise la instalación de su crianza. ¿Murieron los polluelos en desarrollo dentro del cascarón debido a que no tuvieron suficientes proteínas para seguir creciendo? La próxima vez, asegúrese de que la hembra tiene suficiente alimento proteínico antes de empezar a poner. Si no comiera el alimento proteínico que usted le ofrece, prebe con algo diferente. ¿Fueron los padres los que sacaron los huevos del nido, para que murieran? Si los inseparables no tienen experiencia, simplemente podrían estar sufriendo el nerviosismo de los primerizos. Deje que lo intenten otra vez. Si son más maduros, es posible que usted los haya molestado en exceso o que les pareciera que no tenían suficiente cantidad de alimento proteínico para criar a unos polluelos saludables.

Un gran problema que impide el éxito de la incubación en los inseparables consiste en la insuficiente humedad. Es arriesgado que un principiante intente humedecer el nido o que ponga musgo mojado en la caja de nidificación, como hacen algunos criadores expertos. ¿Cómo puede saber el principiante cuál es la humedad adecuada? Los huevos "ahogados" se incuban tan mal como los demasiado secos. Afortunadamente, hay alguien cerca de usted que sabe exáctamente cuánta humedad necesitan los huevos -los mismos agapornis-. Proporcióneles un comedero para perros y otro tipo de recipiente lleno de agua limpia cada día, y ellos se bañarán y mojarán su plumaje hasta que la humedad sea justamente la adecuada.

Algunas veces uno de los adultos puede agrietar el huevo de forma accidental y si observamos tal circunstancia podemos reparar la fisura con laca para las uñas o algo similar. Si no han penetrado gérmenes hasta el embrión, las posibilidades de que el huevo llegue a buen fin son buenas.

Durante todo el período de cría -y un breve espacio de tiempo anterior- la hembra en especial debe recibir una dieta alta en proteínas. De hecho es muy conveniente el que los adultos reciban condicionantes adicionales tales como pan integral y leche, elementos éstos que serán muy apreciados por ellos. Con relación a los polluelos cabe señalar que después de que hayan salido del huevo adquirirán peso con rapidez pero si alguno parece quedarse atrasado con relación a los demás podemos separarlo y darle alimentos suplementarios como por ejemplo algo similar a la comida para bebés, a los que se habrá añadido un suplemento vitamínico.


Deben proporcionárseles calientes y bajo forma viscosa que resulte adecuada para la edad del polluelo. Estos alimentos complementarios, administrados de 2 a 4 veces al día, pueden a menudo contribuir a que un polluelo consiga ponerse al mismo nivel que sus hermanos. Sin embargo, conviene destacar que muchas especies no toleran esta clase de interferencia, la cual es mejor limitar a las de rostro color de melocotón o enmascarados, los cuales se hallan mejor adaptadas a la cautividad.

En realidad, los primeros raramente muestran preocupación alguna por cualquier inspección. Después de que los polluelos hayan desarrollado su plumaje, el macho seguirá alimentándolos durante otros diez días aproximadamente y en el curso de este período deberemos observar cuidadosamente la situación en la pajarera. Por ejemplo, cabe que un polluelo haya abandonado el nido y que al llegar la oscuridad de la noche todavía se encuentre en el suelo de la pajarera o aferrado a la tela metálica. En esta posición puede verse atacado por gatos, ratas, aves nocturnas o puede resfriarse.

Peor todavía, es posible que llueva y esto no le haría ningún bien ya que sus plumas todavía no son lo bastante impermeables como para protegerle. Si tal circunstancia se da, estos polluelos deben ser llevados de nuevo al nido.

Otro problema que suele presentarse en la época en que se desarrollan las plumas es el de que los adultos comiencen a atacar a los polluelos. La hembra en especial cabe que desee iniciar otra puesta y el macho tiende a atacar a sus hijos. Tan pronto como se observe la aparición de tales ataques deberemos retirar los polluelos ya que nos exponemos a encontrar uno o dos gravemente heridos e incluso muertos.
Los inseparables de rostro melocotón tienen mala reputación a este respecto pero no se encuentran en modo alguno solos por lo que a esta costumbre se refiere ni tampoco todos ellos se portan tan mal. Linajes diferentes reaccionan también de modo distinto, lo cual viene a sugerir que se trata de una conducta heredada.

Si resulta necesario pueden colocarse huevos bajo las hembras de otras parejas si bien no debemos sobrecargarlas si ya disponen de una puesta numerosa. De hecho, se han criado polluelos de inseparable recurriendo a otros pájaros de la familia de los loros, pero el problema que se presenta en tales casos es el de sincronización ya que la descendencia de los que actúan como padres adoptivos deberá ser de un tamaño similar, circunstancia que resulta crucial para la supervivencia de los adoptados.

Otra posibilidad es la de que si estamos inscritos en una asociación, cabe que en ella haya algún miembro que disponga de parejas adoptivas inadecuadas en el instante en que nosotros precisemos de ellas.

Destaquemos, por último, que si es nuestro deseo comprometernos de un modo pleno en la cría manual de un cierto número de nuestros inseparables, especialmente para destinarlos al mercado de animales de compañía, entonces resulta recomendable proceder a la adquisición de un manual que trate únicamente de este tema ya que el mismo es muy amplio y no resulta posible cubrirlo, con toda justicia, en una obra como la presente.

Su salud

Los inseparables, al igual que cualquier otro animal, pueden verse aquejados por un número considerable de enfermedades, por cuyo motivo ha de constituir objeto de todo aquel que disponga de varios ejemplares reducir, a través de la higiene, la incidencia del riesgo que sobre ellos se cierne y tener plena conciencia de cuáles son las situaciones en las que cualquier enfermedad puede propagarse.

RUTINA GENERAL

Son muchos los problemas que cabe evitar simplemente aplicando unas estrictas rutinas a las situaciones cotidianas. Por ejemplo, no traslademos los recipientes de comida de una pajarera a otra y tampoco los que contienen agua. Después de someterlo a un concienzudo lavado, comprobemos que cada utensilio es devuelto al punto de donde procede, a cuyo fin podemos marcarlos con un número u otro signo de identificación.

Sustituyamos los recipientes que presenten grietas o estén desportillados tan pronto como nos apercibamos de tal circunstancia. A tal fin deberemos contar con un cierto número de unidades de repuesto.


Sustituyamos las perchas a intervalos regulares. Lavémonos siempre las manos después de entrar en contacto con algún pájaro, y tratándose de ejemplares enfermos resulta de utilidad contar con algunos pares de guantes médicos deshechables o por lo menos de goma delgada, que pueden ser esterilizados después de cada utilización.
Las jaulas y las pajareras deben ser lavadas concienzudamente una vez por semana y también las perchas con lejía en lugar de desinfectantes domésticos, algunos de los cuales cabe que sean excesivamente fuertes para los pájaros. A este respecto nuestro veterinario nos recomendará la solución adecuada.
Con relación a las jaulas en particular, comprobemos detenidamente que se han limpiado a fondo los rincones y, después de utilizarlas, hagamos lo propio con las cajas de nidificación, ya que son lugares preferidos por los piojos y los ácaros que se esconden en las hendiduras y grietas de la madera. Los pájaros de compañía se hayan mucho menos expuestos a contraer enfermedades que los que se hallan instalados en pajareras pero aún teniendo en cuenta esta circunstancia, la jaula debe someterse a limpieza con el mismo entusiasmo del que se precisa tratándose de un local.

EL PÁJARO ENFERMO

Si la relación con nuestros pájaros tiene lugar sobre una base individualizada, ello nos permitirá percatarnos de inmediato si algunos de ellos no comen de un modo normal o no muestran la vivacidad habitual. Esta clase de pájaros deben ser instalados en una jaula hospital ya qu cuanto más pronto los aislemos menos riesgos correremos de que se transmita la enfermedad a los demás ejemplares.
Una dolencia leve tratada prontamente -como por ejemplo un resfriado o una diarrea- se curará rápidamente, pero si no adoptamos las medidas oportunas y dejamos que transcurran uno o dos días, ello puede convertirse en un problema de desenlace fatal. Jamás dejemos que se pase una noche "para ver como se presentará la cuestión al día siguiente".
El ritmo metabólico de los pájaros es muy rápido en comparación con el de la mayoría de los demás animales, lo cual significa que la enfermedad se desenvuelve a un ritmo igualmente rápido, y mucho más en pájaros de tan reducido tamaño como los inseparables.

CUARENTENA

No deben añadirse nuevos ejemplares a nuestra colección, independientemente de cuán buena sea la fuente de suministro, hasta que, instalados en un punto lo más alejado posible de nuestros pájaros, hayan transcurrido 21 días de cuarentena. Durante todo este tiempo podemos someter a los recién adquiridos a un tratamiento rutinario contra lombrices (a menos que esto ya haya sido efectuado, por cuyo motivo no deberemos olvidar preguntarlo al proceder a la compra).
Combatir las lobrices a través del agua de beber resulta posible pero no es de fiar. Por consiguiente, preguntaremos a nuestro veterinario cómo debemos proceder para introducir el medicamento apropiado en el buche de los pájaros mediante un tubo de plástico y una jeringa. Esto puede asimismo convertirse en una medida rutinaria, por lo menos una vez al año, en nuestras pajareras.
Los pájaros de compañía se hallan mucho menos expuestos a sufrir de lombrices ya que éstas se introducen normalmente en la pajarera a través de deposiciones de los pájaros silvestres o de los roedores. Si no optamos por combatir de forma periódica las lombrices de nuestros pájaros, entonces deberemos hacer una recogida rutinaria de deposiciones a intervalos regulares y dárselas a nuestro veterinario para que las examine al microscopio.
Ello le permitirá hacer un recuento del número de huevos de lombriz y determinar si resulta recomendable combatir dichas lombrices en tal momento
Durante la cuarentena también podemos verificar si los pájaros tienen ácaros, piojos u otros parásitos externos, y someterlos a tratamiento en caso afirmativo.
Cualquier pulverizador o polvo antiácaros de los que se expenden en el comercio eliminará la plaga.


Los ácaros rojos viven succionando la sangre de su anfitrión por la noche y escondiéndose después en grietas y hendiduras durante el día o bien tratándose de piojos, permanecen durante toda su vida sobre el cuerpo del pájaro y se propagan por contacto con otros pájaros. En casos de infestación grave, ello provoca anemia e incluso la muerte, especialmente tratándose de polluelos jóvenes todavía en el nido. Cabe incluso que provoquen el que la hembra abandone los polluelos e introduzcan bacterias perjudiciales en las diminutas heridas que producen al chupar la sangre.

Tan pronto como hayamos detectado la presencia de cualquiera de estos parásitos deberemos proceder a quemar todas las perchas y someter la jaula o caja de nidificación a la acción de un soplete, pues éste es el único sistema seguro para provocar la muerte de los huevos todavía en desarrollo. Solamente cuando los pájaros sometidos a cuarentena han sido objeto de una verificación sanitaria de carácter extensivo por nuestra parte pueden ser introducidos junto a los demás en la pajarera.

Los ejemplares que participan en exposiciones también deben someterse a este período de cuarentena ya que pueden haber contraído alguna enfermedad en el recinto de la exposición o durante el traslado.

HERIDAS

Tarde o temprano alguno de nuestros pájaros resultará herido a consecuencia de un picotazo o por haber quedado atrapado en algo. La mayor parte de tales heridas cicatrizarán con rapidez y no requerirán atención alguna, salvo la aplicación de un antiséptico suave o un lápiz estíptico. Esto resultará asimismo de aplicación a los casos de pérdida de un dedo, lo cual a menudo es consecuencia de peleas entre inseparables instalados en pajareras contínuas que no han sido dotadas de doble tela metálica para impedir tales contactos. Las heridas de carácter más grave deben ser objeto de tratamiento veterinario, en cuyo caso procederá a limpiarlas y después inmovilizar al pájaro envolviéndolo en un trozo de tela mientras lo transportamos al centro quirúrgico.

PATAS O ALAS HERIDAS

Un pájaro asustado en una pajarera puede lanzarse contra la tela metálica o un muro y como resultado de ello herirse en las patas o en las alas, incluso cabe que llegue a rompérselas. Salvo la ayuda veterinaria, no es mucho lo que nosotros podemos hacer en tales casos, expecto probar de restituir el ala a su posición original o aplicar una cerilla de madera (si bien no de un modo excesivamente fuerte) a una pata rota. El pájaro herido debe ser instalado en una jaula hospital para evitar que sufra un resfriado dado el estado de shock en que se encuentra.
Retiremos las perchas, y las alas o patas se recuperarán por sí mismas, aun cuando cabe que queden un poco fuera de su posición habitual. Aparte de ello, la curación será completa.

ATAQUES

Gran número de loros sufren ocasionalmente ataques de una clase u otra. En tales casos mueven la cabeza en forma rápida y con movimientos bruscos de un modo incontrolado o bien se desploman en el suelo de la jaula, se mueven espasmódicamente y después permanecen totalmente inmóviles.
Si tal ocurre, coloquémoslos en un lugar caliente, lejos de las luces fuertes, para que se recuperen. Aparte de esto es poco lo que podemos hacer por ellos por el momento.

Las causas cabe que sean hereditarias, que deriven de una situación emocional o sean el resultado de una deficiencia en la alimentación. Nuestro veterinario resolverá la cuestión con un suplemento adecuado y quizá también con la administración de un antibiótico.


HINCHAZONES

Una hinchazón puede ser simplemente una reacción localizada a una intrusión externa en la piel (como por ejemplo el aguijón de una avispa o similares), en cuyo caso sólo es necesario limpiar con cuidado y diariamente el punto afectado con un antiséptico adecuado hasta que desaparezca o reviente. Sin embargo, las hinchazones en los pájaros acostumbran a ser una consecuencia de otras dolencias, tales como tumores, y en cualquier caso deberemos acudir a nuestro veterinario para que prescriba el tratamiento adecuado.

PROBLEMAS RESPIRATORIOS

Si observamos que un pájaro bloque o resuella al respirar, acompañado en algunos casos de la secrección de abundante mucosidad por la nariz, ello supone que sufre de algún desrreglo respiratorio y, por tanto, deberemos proceder a aislarlo e instalarlo en una jaula hospital para que siga el debido tratamiento.
Una vez adoptada esta medida no lo llevemos al veterinario ya que el descenso de temperatura puede perjudicarle. Aparte de tal circunstancia, cabe señalar que los inseparables son muy malos pacientes de consultorio.
Solicitemos a nuestro veterinario que acuda a visitarle para prescribirle el tratamiento oportuno. Tal medida nos resultará más cara pero las posibilidades de éxito serán mucho mayores.

DIARREA

El problema, por lo que se refiere a la diarrea, es que se trata de un síntoma de prácticamente cualquier enfermedad importante en la que podamos pensar. Si se trata de un caso leve, cabe que sea el resultado de un enfriamiento o de haber comido un exceso de verduras después de haberlas estado consumiendo en cantidades reducidas.
Si la diarrea persiste después de 24 horas en la jaula hospital (durante cuyo período sólo deberá ingerir semillas acompañadas de agua), entonces no perdamos tiempo y acudamos al veterinario junto con algunas muestras de sus excrementos para que puedan ser examinadas al microscopio.

SINTOMAS CLINICOS

Se habrá observado que no se ha hecho mención en este texto de antibióticos, medicinas o similares. La razón se encuentra en el hecho de que no resulta difícil hacer una lista de ellos como tampoco lo es el catalogar enfermedades, pero, aparte de ocupar un espacio apreciable en el texto, la mayoría encierran escaso significado para el poseedor corriente de pájaros e incluso cabe que se conviertan en un peligro, si tal información se traduce en unos intentos de tratamiento doméstico de determinados problemas que solo un veterinario cualificado se halla en condiciones de afrontar.
La mayoría de enfermedades de las aves presentan los mismos síntomas clínicos: diarrea, ojos llorosos, abundante secrección de mucosidades, pérdida de apetito, plumaje ahuecado, posibles vómitos y generalmente disminución de peso.

La causa puede ser de índole respiratoria, así como la derivada de una dolencia del aparato digestivo, el hígado o los riñones, cabe asimismo que tenga un origen vírico o incluso que sea el resultado de múltiples enfermedades acumuladas de las cuales una induce a la otra.
El tratamiento doméstico está muy bien si somos expertos en bacterias gram-positivas o negativas y si contamos con una información completa sobre la reacción de las mismas ante la presencia de los numerosos antibióticos que actualmente se hallan disponibles.
Si no es este nuestro caso, entonces una elección equivocada puede resultar fatal para nuestros pájaros, y dado que la mayoría de las enfermedades únicamente es dable confirmarlas con ayuda del microscopio, siempre será mejor dejar el tratamiento en manos de los veterinarios.


En épocas pasadas el precio de los pájaros era inferior a la probable factura del veterinario y ello suponía que o bien se recuperaban de la enfermedad sin tratamiento alguno, o con la utilización de medicamentos o simplemente se morían.
Generalmente los veterinarios contaban con una muy escasa experiencia sobre pájaros a travées de un contacto directo con ellos. Hoy en día la situación ha cambiado totalmente, ya que el elevado coste de gran parte de pájaros hace aconsejable recurrir a un consejo profesional y la mayoría de veterinarios cuentan actualmente con una buena experiencia en este ámbito así como respecto a otros animales de compañía, como por ejemplo serpientes, las cuales en otros tiempos eran consideradas como algo exótico.

Cabe destacar que en la época presente se lleva a cabo una abreciable investigación sobre especies avícolas, por cuyo motivo resultará más barato, a la larga, mantener una buena relación con un veterinario local que en la actualidad se halla muy bien informado sobre lo último en tratamientos.
Lo mejor que puede hacer un criador es concentrarse, en forma plena, en el buen cuidado de sus pájaros ya que con ello contribuirá apreciablemente a evitar las enfermedades. Si un pájaro muere sin poner de manifiesto ningún síntoma clínico alguno que indique que estaba enfermo, resulta necesario someterlo a un análisis postmortem para establecer la causa de su muerte.
El coste es muy reducido y son numerosos los laboratorios que en el momento presente anuncian este servicio. Sin embargo, nuestro veterinario también puede llevar a cabo esta labor, lo cual puede ahorrarnos muchas preocupaciones y acotar un problema que nos será posible resolver tan pronto como conozcamos la causa que ha dado lugar a él.

JAULAS HOSPITAL

Exisen numerosos modelos comerciales disponibles, a menudo con un frontal de cristal, pero aparte el hecho de que son un tanto caras no siempre constituyen lo mejor que cabe conseguir para su utilización en el caso de pájaros pertenecientes a la familia de los loros.
Tan pronto como un pájaro es encerrado en una de estas jaulas se muestra, debido al cristal, extremadamente tenso y esto neutraliza buena parte de las ventajas que tales jaulas ofrecen.

Teniendo en cuenta, aparte del coste, un cajón que disponga de un calefactor cerámico de infrarrojos colocado en un punto que permita proporcionar una temperatura uniforme puede ser igualmente efectivo, y posiblemente aún más. Resulta útil, a tal fin, el que podamos conectar el calefactor a un termostato, de forma que quede asegurada una temperatura constante.
El calefactor cabe instalarlo en un extremo de la jaula, en su parte externa, y con ello conseguiremos la temperatura local adecuada, que será ligeramente inferior en el otro extremo. Si el pájaro no se siente cómodo bajo la acción directa del calefactor puede trasladarse a otro punto que aún siendo más fresco sigue siendo caliente.

El hecho de que la jaula disponga de barrotes en lugar de cristal asegura una buena ventilación, lo cual es importante en tales casos. En su interior sólo deberemos colocar semillas y también agua pues si bien el calor adicional puede producir milagros, un efecto secundario del mismo es que provoca sed. Otro extremo a tener en cuenta es que los tratamientos prescritos cabe que sean solubles y, por consiguiente, que resulta posible administrarlos a través del agua para beber en los casos de infección leve.

Por último precisa señalar que el nivel de temperatura en una jaula hospital debe oscilar en torno a los 30-34ºC para que resulte efectiva. Tan pronto como el pájaro dé muestras de mejoría, deberemos proceder a aclimatarlo a la temperatura normal reduciendo la de la jaula hospital a razón de unos pocos grados cada día hasta situarla al nivel del local en que habitualmente se halla instalado.

Por todo lo indicado se recomienda encarecidamente a los criadores que adquieran una jaula hospital pues vale su peso en oro, y que recuerden que los avances constantes tanto en los calefactores de infrarrojos como en las lámparas ultravioletas y de otro tipo especializado darán lugar, estamos seguros de ello, a unos modelos todavía más perfectos en el futuro.

PICOS Y GARRAS EXCESIVAMENTE DESARROLLADAS

Los picos y las garras pueden, algunas veces, desarrollarse en forma excesiva debido al tamaño incorrecto de las perchas o a una insuficiencia de materiales duros que hagan posible a los pájaros mantener en su justa dimensión los picos.
Recortar estos para devolverles a su tamaño correcto es tarea fácil.
En cuanto a las uñas deberemos extremar el cuidado para no seccionar ningún vaso sanguíneo, fácilmente visible en los ejemplares cuyas garras son de color claro, al proceder del corte.
En aquellos de tonalidad más oscura, el valerse de una lámpara de bolsillo nos ayudará a determinar la posición de tales vasos pero, sea como fuere, resulta prudente no recortar tanto como en el caso anterior.
El pico es reducido de igual forma y con igual cuidado en relación a los vasos sanguíneos.
De todos modos nuestro veterinario puede llevar a cabo esta labor si nosotros no tenemos la seguridad necesaria para hacerlo o no disponemos del instrumental adecuado (unas tijeras afiladas son suficientes para las uñas pero un cortaúñas de guillotina de los utilizados para perros resulta mejor para los picos).

ARRANQUE DE PLUMAS

Si nuestros pájaros comienzan a arrancarse las plumas, ello a menudo significa que se sienten aburridos pero también puede reconocer como origen una carencia en la nutrición o un rasgo hereditario.
En primer lugar, proporcionemos al pájaro abundancia de ramitas para que se entretenga. Si este problema se presenta en un ejemplar que permanece dentro de casa todo el tiempo, quizá unos días en una pajarera distraiga su atención de la tendencia a arrancarse las plumas y el ejercicio adicional que ello supone cabe que se traduzca en su curación.
Tomemos muy buena nota de todo cuanto suministremos para comer a nuestros pájaros y hagamos que nuestro veterinario lo examine para determinar si existe algún problema o una omisión.

Si la causa reside en que es otro pájaro el que lleva a cabo el arranque, entonces separemos al culpable. Por supuesto, los pájaros pueden arrancarse las plumas durante la época de cría para contribuir a revestir sus nidos, por cuyo motivo no debemos confundir esto con un arranque habitual.

ZORZAL.
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